sábado, 8 de febrero de 2020

Última parada: Panglao

Nos despedimos de Filipinas con una semana completa en Panglao, en la isla de Bohol. Para empezar, nos apuntamos a una excursión que nos permite visitar la famosa isla de Balicasag. Nos citan a las 6 de la mañana para coger el barco pero el madrugón merece la pena porque vemos un precioso amanecer en la playa. Hay que tener en cuenta que será de los pocos que veamos con lo remolona que es una de las faroleras, jijiji… Nuestro principal objetivo es bucear y descubrir qué nos esconden estas aguas y ¡disfrutamos de lo lindo! Luego, nos llevan a otra isla donde observamos de cerca unas impresionantes estrellas de mar.







Para poder ganar en autonomía y tener más libertad de horarios, nos atrevemos a alquilar una moto y resulta todo un descubrimiento. Esther se convierte en pocas horas en una gran conductora y Nuria se especializa en no dar mucha guerra como paquete.


Una de las escapadas que hacemos es visitar una reserva de tarsiers, los primates más pequeños que existen y que, por supuesto, están en peligro de extinción. Son animales muy particulares, con ojos grandes del tamaño de su cerebro y que requieren de silencio para no estresarse. A la vuelta de conocer a estos adorables animalillos decidimos paramos en un puesto callejero a comer comida “de cazuela”. Nos sorprende que nos hagan pasar a lo que parece el jardín de una casa que está lleno de flores muy cuidadas.




Pero tranquil@s que no todo va a ser ir de aquí para allá y también establecemos días de playa 100% para hacer la croqueta y coger algo de bronceado.





Y terminamos con la joya de la corona: 5 inmersiones de buceo en dos días diferentes a bordo de un barco donde nos tratan como reinas. Hay comida, toallas para recuperar el calor y una gran tripulación que se encargan de prepararnos y ponernos el equipo antes de adentrarnos en las profundidades del mar. Cada inmersión nos sorprende más que la anterior y vemos muchísimos peces, nudibranquios, alguna manta raya y…. ¡tortugas! Están a un solo palmo y podemos observarlas muy de cerca. ¡Nos emocionamos tanto que agotamos nuestras botellas en 45 minutos pero merece la pena!



El último día toca devolver la moto en la ciudad, recuperar la fianza y gastarla en una rica cena antes de volver a la que ha sido nuestra casa durante tantos días para hacer la mochila. Al día siguiente, hay que ir al aeropuerto para coger un vuelo a nuestro próximo país... ¡Myanmar nos espera!

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