sábado, 1 de febrero de 2020

Cebú, una ciudad por descubrir

Tras un vuelo interno de un par de horas, llegamos a Cebú sobre la una de la madrugada. Cogemos un taxi en plan ricas y al hotel a dormir. Al día siguiente, decidimos cambiar de planes y no anticipar nuestra llegada a un destino playero. Parece que tenemos ganas de asfalto y nos decantamos por quedarnos a conocer la ciudad.
Buscamos un nuevo alojamiento más céntrico, más limpio y más de todo al que nos cuesta llegar con bastantes esfuerzos. Pero las calles que recorremos por el camino lo hacen más ameno.


  
Esa tarde la dedicamos a callejear e incluso cenamos de McDonald’s en un centro comercial, todo muy urban, jijiji… Ya de noche, mientras descansamos en el hotel nos sorprende el ruido de txaranga que viene de la calle y, ni cortas ni perezosas, bajamos las escaleras corriendo para descubrir ¡una procesión! Detrás de los músicos llevan un paso, hay niñas que bailan una coreografía no muy bien aprendida y gente con réplicas del que luego nos explican que es el Señor Santo Niño. Al día siguiente conocemos algo más de esta ferviente devoción.


Nuestra mañana de turisteo comienza visitando la cruz de Magallanes; símbolo de la colonización española en Filipinas. En la parte superior de la cúpula hay dibujos que representan este momento y observamos que la gente compra velas o tira directamente billetes como ofrenda.



Cerca de allí, el ambiente festivo nos lleva a querer curiosear qué pasa y llegamos a la Basílica del Señor Santo Niño. Es alucinante la cantidad de gente que se acerca a este recinto para poner una vela, rezar y visitar la basílica.   






Y terminamos nuestro recorrido visitando el Fuerte de San Pedro. Justo antes de entrar unas estudiantes universitarias nos piden que les contestemos a unas preguntas acerca del país. Agradecidas por nuestra colaboración, nos regalan un llavero que ya decora nuestra mochilas. 






 Nos despedimos de Cebú cogiendo un ferry que nos llevará a Panglao, nuestro último pero intenso destino en Filipinas.


miércoles, 29 de enero de 2020

El Nido

La siguiente parada en nuestra ruta por Filipinas nos lleva a conocer El Nido, al norte de la isla de Palawan. La primera mañana la dedicamos a pasear por el barrio; vivimos al lado del mercado y a escasos 5 minutos de la playa de Corong ¡qué suerte!



Al día siguiente, nos toca darnos el primer chapuzón y se convierte en un interminable baño en la orilla. Nos da por hablar de la vida y las horas pasan sin darnos cuenta... 





El tercer día cumplimos como buenas turistas y contratamos un "island hopping" o lo que es lo mismo, una excursión que nos lleva de isla en isla. Hacemos snorkel en la primera isla; alucinamos con la Big Lagoon antes de hacer hambre y disfrutamos de un rico buffet en el barco. Para terminar nos acercan a la Secret Lagoon junto a una playa de arena blanca que bien podría servir de retiro para más de uno, ¿alguien se apunta?








En nuestro último día en El Nido callejeamos por las calles cercanas a nuestro hostal y Esther roba alguna instantánea. 


Además, toca despedirse de nuestros vecinos de cuatro patas...¡Os echaremos de menos pequeños! (Algunas más que otras jejeje)



martes, 21 de enero de 2020

Vuelta al mundo 2.0

¡Estamos de vuelta! Aunque las primeras sorprendidas seamos nosotras, retomamos este blog cuatro años después de haberlo creado para contaros nuestras andanzas en la que va a ser nuestra segunda vuelta al mundo, ¡qué locura!

Filipinas fue el país elegido al azar hace unos meses cuando buscábamos el billete más barato en esa bendita opción "a cualquier lugar del mundo" del buscador, así que ... ¡agarraos que despegamos!


Después de un viaje de casi 2 días, vuelo interno filipino incluido, llegamos a Puerto Princesa en la isla de Palawan. Estamos agotadas, con el horario de sueño cambiado y nos dedicamos durante 48h a cubrir necesidades básicas de comer, dormir y dar algún que otro paseito. 


Al día siguiente ponemos rumbo a Port Barton, primer destino oficial de playeo donde nos cuesta encontrar alojamiento más de lo previsto y acabamos aceptando la habitación apañada que Abdul nos ofrece en su casa. ¡Tenemos ganas de ponernos el bikini y darnos el primer chapuzón del año!


Este pueblecito de calles de tierra ofrece un par de excursiones que nos llenan la agenda en días posteriores y las piernas de agujetas, ¡menudas caminatas! Parece que hay alguien más interesado en acompañarnos porque Esther al ponerse la zapatilla por la mañana encuentra una rana, una ranaaaaaaa, ¡¡¡a Nuria casi le da algo sólo de verla!!!



Nuestra primera excursión es White Beach, playa idílica de arena blanca y aguas cristalinas que permiten buena lectura y opción de bronceado para Nuria y entretenimiento animal para Esther ;)






Además, aquí la aventurera catalana, navaja en mano, se encuentra un coco y quiere rememorar uno de los grandes momentos del anterior viaje. ¡ya tenemos almuerzo; al rico coco, señores!



Y claro, ¿habrá que hacer algo de postureo para dar un poco de envidia no? jijiiji





La excursión del día siguiente nos lleva a descubrir unas cascadas de nombre impronunciable. El calor y la humedad son impresionantes y hacen que meternos en ese agua tan fría sea algo más llevadero. 





Y así de fresquitas nos despedimos hasta el próximo post. Os mantendremos informad@s por aquí y en el blog de Esther porque hemos vuelto ¡más faroleras que nunca!