Llegamos a la capital de México de
madrugada y nos reencontramos con Frida, una chica que conocimos en
Tailandia y que, por casualidades de la vida, iba al aeropuerto a
buscar a una amiga el mismo día y a la misma hora. Nos invitó a un
rico desayuno de chilaquiles en su casa mientras esperamos la hora de
entrada a nuestro hotel. ¡A eso se le llama entrar con buen pie en
un país!
Llegamos al hotel y tras descansar un
rato, salimos a conocer la ciudad al atardecer. Nos acercamos al
Zócalo y centro histórico, todo estaba precioso iluminado y además,
aprovechamos para comer nuestros primeros tacos mmm... Para poner el
broche de oro a nuestro primer día en México, fuimos a la plaza
Garibaldi a escuchar las serenatas de varios grupos de mariachis.
Al día siguiente, la idea era visitar
el museo de Frida Kahlo pero antes nos topamos con una feria de
emprendedores en la que pudimos probar suculentos pasteles, bombones,
quesos y también vimos nuevos productos de diseñadores noveles.
Con la tripa un poco más llena,
llegamos al museo que resulta ser la casa de Frida y Diego Rivera. Nos gustó mucho poder curiosear entre
sus paredes y lo que más nos llamó la atención fue la colorida
cocina y su estudio, adaptado para que la artista pudiera pintar sus
conocidos autoretratos.
De vuelta a casa, nos invitaron a un
teatro en el barrio de contenido político cuya temática se nos
escapaba un poco y reconocemos que, después de la paliza de día,
tuvimos que luchar para no cerrar los ojos. Aún así, nos resultó
de lo más interesante.
El domingo nos escapamos de la ciudad
para acercarnos a las pirámides de Teotihuacán, a unos 40 minutos
en autobús. El recorrido en estas ruinas cobra sentido cuando uno
sube a lo alto de una de las dos pirámides; la del Sol o la de la
Luna. Es entonces cuando se aprecia perfectamente la magnitud de las
construcciones y cómo estaba distribuida la ciudad. Además, pudimos
observar el cambio de vegetación y clima de hace apenas unos días
en Nueva York con nieve y árboles al calorazo y tierra seca con
CACTUS... ¡viva los contrastes!
El último día, callejeamos de nuevo
por el centro para poder admirar mejor los bonitos edificios que
habíamos visto la primera noche: el Palacio de Bellas Artes, la
Catedral y el edificio de una antigua fábrica de azulejos.
Luego nos perdimos entre el bullicio
mejicano mientras sonaba de fondo la melodía de las pocas Harmonipan
que quedan en México y que hacen sonar los cilindreros en la calle,
una imagen muy curiosa. Y descubrimos una panadería en la que
parecía que la gente se había vuelto loca porque llenaban sus
bandejas con miles de pasteles y panecillos ¡a un ritmo frenético!
Nosotras, que ya habíamos merendado un helado, estuvimos un rato
mirando el espectáculo y sólo compramos dos panes para cenar.
Un autobús nos lleva al que será
nuestro segundo destino en este país: Oaxaca de Juárez...¡y que
viva México!
Chicas, hacía rato que no las leía, me había quedado en Nikko! Japón es una locura de país, lo llevo en mi corazón... Difruten mucho de México, Oaxaca es preciosa, si pueden, vayan a Hierveelagua...y a Chiapas! Vamos que queda poco para llegar a Argentina, las esperoooooo.
ResponderEliminarCeciiii!! Que no nos habíamos dado cuenta de que teníamos un comentario! es la falta de costumbre, jejee... Como habrás visto por las siguientes publicaciones seguimos, sin saberlo, tus consejos, jajaja y nos está gustando mucho México!!! Lo de llegar a Argentina...está complicado pero nunca se sabe ;P Un fuerte abrazo para Santi y para tí!!!
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