El viaje a la Riviera
Maya en bus nocturno es cómodo y llegamos de buena mañana al centro
para buscar alojamiento. Recorremos largas avenidas y, aunque
bastante incrédulas, intentamos probar suerte en la zona hotelera,
jajaja... Sólo conseguimos destrozarnos la espalda y pasar muuuuucho
calor mientras se nos cae el alma a los pies al oír el precio de las
habitaciones. Así pues, volvemos al centro a chequear bastantes
hostales hasta dar con el hostal "Kankun". Conseguimos, a
precio de ganga, una súper habitación con mucha luz, cocina y una
mesa con dos sillas; vaya, lo que algunos podrían considerar un
estudio. Estamos pletóricas y acomodamos nuestras cosas antes de
salir a hacer la compra.
Al día siguiente, la
visita es lógica: ¡tenemos que ir a la playa! Nos decidimos por
PLAYA DELFINES. La arena blanca y el agua azul de los folletos es
verdad, parece un fondo de pantalla de Windows ;) ¡Qué maravilla!
De vuelta a "casa",
nos damos una vuelta por el barrio y descubrimos el talento de los
vecinos; hay montones de graffitis muy pero que muy chulos.
Otro día, vamos a
farolear a Plaza Caracol. Es el centro neurálgico para comprar
souvenirs, salir de fiesta, comer,... en definitiva, para que los
"guiris" gasten dinero. Nosotras, por ahora, nos
conformamos con mirar y toquetear todo, jiji, además de sacarnos
fotos divertidas.
Al atardecer, nos
acercamos a la Playa Gaviota Azul, mucho más concurrida que la del
día anterior y con ambiente juerguista.
El Mercado 28 es nuestra
siguiente visita. Miles y miles de puestecillos que venden
practicamente lo mismo y de donde sabes por dónde se entra pero no
por dónde se sale, ¡menudo laberinto!
Encontramos la salida y
con buena gana, vamos a la Plaza de las Palapas a comer unos tacos
dorados y una torta de carne milanesa, mmmm ¡qué bueno todo!
Como veis, el ritmo estos días es
relajado porque Playa del Carmen nos espera con un montón de
excursiones. ¡Un saludo!
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