Seguimos en Hoi An y las jornadas
posteriores las dedicamos a varios cometidos. Para empezar, planificamos una
excursión a Marble Mountains o Montañas de Mármol. Elegimos visitar la más
conocida, la Montaña del agua. Se trata del ascenso a una montaña con
escaleras, pagodas y cuevas en donde cada rincón esconde algo diferente.
En el día, se entremezclan
momentos de gran espiritualidad al estar rodeadas de altares, incienso y
estatuas con otros donde nos sale nuestro payaso interior y nos da por hacer
fotos más divertidas al ver por enésima vez un buda, jajaja. Además, subimos al
pico más alto con esfuerzo y sudando la gota gorda por un camino interminable
de escaleras.
Al día siguiente, cumplimos con
la visita de rigor y visitamos “con fundamento” la parte antigua de la ciudad.
Nos sorprende ver a varias parejas de novios vestidos con sus mejores galas
haciéndose un reportaje y, como muchos otros turistas, nos paramos a verles un
rato para luego sacarnos la foto en el enclave escogido: el puente cubierto
japonés. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999, este puente fue
construido para conectar el barrio de los comerciantes japoneses
con el barrio chino. Fijaos bien porque en cada extremo hay un centinela peculiar que vigila el
paso de los transeúntes.
En las calles de este casco
antiguo, se combinan salas de asambleas, museos, casas tradicionales, y
pagodas. Podéis ver alguna foto más en el blog de Esther. Debemos reconocer que recorrer Hoi An de día y bajo un sol sofocante hace que nos decantemos por
la visita nocturna del primer día que tanto nos enamoró.
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