Nuestra segunda semana en la Isla Tortuga fue
genial, nos decidimos por hacer el curso de submarinismo avanzado y
perfeccionar un poco nuestras técnicas... os gustará saber que ya
no hacemos, como decia nuestro instructor César de Open Water, el
"baile del pañuelo" ni el "baile del perrito".
Durante el curso vimos infinidad de
peces como el payaso, estandartes, mariposa y nuestro favorito... ¡el
pez globo! Hicimos una inmersión en un barco hundido de la segunda Guerra Mundial, una inmersión de orientación con brújula, una
naturalista para ver animalitos y flora, otra con ejercicios para
mejorar nuestra flotabilidad y por último...¡una nocturna! Es curioso ver cómo cambian los colores bajo el mar cuando anochece. Pero no tuvimos miedo porque estabamos muy bien acompañadas por Hugo y nuestro instructor Efra.
Además del submarinismo, también
hemos tenido tiempo para el ocio: nos dimos un masaje Thai y hemos
quedado para tomar algo o cenar con Raquel, Javi, Xavi y un poco más de playeo ;)
De los últimos días en la isla nos
fuimos de excursión a una playa alejada, Shark Island (Playa Tiburón). Es una cala
muy bonita que tiene como peculiaridad que las crias de tiburón se
acercan a la orilla al amanecer y al atardecer.
Nos bañamos e hicimos snorkel por allí
y Esther vió un "pequeño" tiburón de punta blanca!!! Nos
asustamos un poco y aunque no tienen porqué atacar decidimos que ya nos
habíamos alejado un montón de la orilla y nos fuimos a tomar el
sol. Nuria estuvo tomando el sol "vuelta y vuelta" y, como
vereis en las fotos de Bangkok, ¡se ha puesto negra! Esther, que
huye del sol, se fue a hacer de exploradora con la cámara.
Nos despedimos con pena de Koh Tao, lo
hemos pasado de maravilla, pero tenemos que poner rumbo a otra ciudad
y seguir nuestro viaje.
Para ello, tuvimos que coger un ferry,
que fue... ¡¡espantoso!! Una experiencia para olvidar, la mar
estaba muy revuelta y pasamos algunos momentos de miedo.
Por suerte, ya en tierra firme, cogimos
un autobús para ir a Bangkok. Una ciudad que nos ha sorprendido
mucho. Hay sitios muy bonitos donde pasear y pensar o poder perderse
entre sus mercados.
Hay muchos pequeños templos y se
respira mucha paz por allí, menos en nuestra calle que por la noche
se armaba una fiesta impresionante con temazos varios como "Aserejé
(Ja dejé)" , "La Macarena (que tiene un novio se llama
Vitorino)" o "Volaré (oooh oooh ooooh oooh)"...
Wat Arun es uno de los templos más grandes y famosos y nos gustó por la cantidad de detalles que tiene en toda su
estructura, construida con vajillas rotas. Al parecer, los barcos las
llevaban de lastre y cuando llegaban a puerto las tiraban. Así que
decidieron aprovecharlas para hacer algo tan bonito como esto. ¿Qué os parece la idea?
Nos despedimos con el deseo de que estéis pasando unas buenas
Navidades y un feliz Final de año. ¡Nos vemos por Camboya!