lunes, 1 de diciembre de 2014

Bandipur huele a pueblo

Dicen que después de la tormenta siempre viene la calma, y nosotras la calma la encontramos en Bandipur. Es un pequeño y coqueto pueblo situado en lo alto de una montaña cuya calle principal recuerda al Far West.


Pasamos días de tranquilidad, de largos paseos sin rumbo, puestas de sol y amistades perrunas.



Debemos confesar que elegimos el destino sin saber muy bien a dónde íbamos. Las cuatro líneas de la guía lo describían como un pueblo especial y adecuado para realizar excusiones en la naturaleza. Al descubrirlo, quedamos embeladas con el ambiente que se respira y las oportunidades que ofrece.
¡Nos llamó mucho la atención la cantidad de árboles gigantes que había en este lugar!




Un día nos animamos a hacer un "trekking" a nuestra manera para ir a visitar unas cuevas. El camino era tortuoso: escaleras de piedra húmedas y resbaladizas que nos complicaron la ida con muchos resbalones y la vuelta al subir ¡con la lengua fuera! Aunque, para que fuera más llevadero, hicimos paradas para disfrutar del paisaje, de los bichos, LAS MARIPOSAS y sacar fotos.  




Las cuevas nos dejaron boquiabiertas. Lejos de ser un recorrido marcado y aburrido, tuvimos que coger nuestras linternas y obedecer a las órdenes del guía de "pon el pie aquí..., agárrate con la mano allá..." mientras trepábamos al interior de la cueva. Una acabó en el suelo para variar y la otra con la linterna en la boca para poder bajar por la escalera... pero ¡¡¡nos lo pasamos pipa!!!


La última noche fuimos a tomar algo y disfrutamos de un concierto de música en directo con versiones locales e internacionales. Después de casi 3 meses, por fin probamos la cerveza de Asia. ¡Brindamos por vosotros!


Con mucha pena y después de 6 días de mucho relax y también agujetas, nos vamos a Katmandú a pasar nuestros últimos días en Nepal. Esperemos que sean tan "txatxi-piruletas"como aquí.







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