lunes, 5 de enero de 2015

Camboya 1ª parte

El paso de Tailandia a Camboya fue un proceso arduo y costoso que nos llevó un día entero. Cambiamos como 4 veces de vehículo, superamos 3 intentos de timo (incluido uno de la policía en plena aduana: MUY FUERTE) y pateamos durante 2 horas para encontrar un alojamiento que se ajustara a nuestros bolsillos... hasta dar con "Cowboy Hostel". Primer dormitorio compartido en el que dormimos en este viaje con un toque chic y toques de decoración al más puro estilo americano.



La llegada al nuevo país coincidió con la visita de Azkoa y Helga, amigas de Vitoria de Nu. Aunque tardaron más de lo previsto en poner pies en tierras camboyanas, pudimos reencontrarnos finalmente y compartir con ellas unos días de nuestra aventura. Las primeras horas se pasaron muy rápido con largas conversaciones, intercambio de anécdotas y comunicación de buenas nuevas.


Al día siguiente, dimos comienzo a nuestra visita de tres días a Angkor. Se trata de un conjunto de templos antiquísimos de origen hindú pero reconvertidos en budistas que se encuentran localizados en una gran extensión. Para visitarlos es necesario un tuk-tuk y tuvimos la gran suerte de poder conocer a Phearum (Piru para los amigos), nuestro chófer para estos días que se encargó de rebautizarnos con graciosos nombres: Helga-Alga, Esther-Inter, Azkoa-I don't know y Nuria-Lolia...jajaja. El primer día vimos el famoso Angkor Wat, Bayon Temple (templo de las caras) y Ta Prohm (templo de los árboles).


El 2º día de visita, que prometía ser "más de lo mismo" y con templos más pequeños y por tanto menos llamativos, nos sorprendió gratamente. Si bien es cierto que eran construcciones más simples, cada una tenía algo característico que hizo que nos gustaran mucho a las cuatro y que nos hiciera plantearnos bastantes preguntas: ¿por qué había tantos agujeros?... además de dejarnos boquiabiertas con extraños fenómenos naturales.


 


  

El tercer y último día, tocaba madrugón para ver un amanecer algo nublado y poner rumbo a Phnom Penh, capital de Camboya. La nochebuena prometía pero el viaje eteeeerno en bus, por carreteras destartaladas y cambio de vehículo por sobrecalentamiento a dos horas de camino de llegar hizo que nos decantáramos por elegir un alojamiento cuanto antes y, en vez de prepararnos para la ocasión, ir tal cual a saciar nuestra hambre en un riquisímo restaurante italiano ¡Qué bueno!


El día de Navidad decidimos aprovecharlo para conocer más de cerca la terrible historia que marcó Camboya hace tan sólo 30 años, visitando uno de los campos de exterminio más famosos del país. La experiencia resultó durilla, tal y como esperábamos, pero muchas veces es preciso conocer el origen de las cosas para entender lo que ocurre en el presente. La visita está organizada en un recorrido que comienza y termina junto a un monumento que rinde homenaje a todas las víctimas de ese lugar y alberga restos de cráneos, huesos y ropas con el fin de dar a conocer las atrocidades que allí sucedieron. Además, a lo largo del recorrido es muy habitual ver pulseras y colgantes a modo de ofrenda.



Al día siguiente pusimos rumbo a Mondulkiri, pero eso lo dejamos para la segunda parte porque se nos acumula la información... ¡hasta ahora!

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