De vuelta a la capital, hicimos planes
variopintos. Un día, pateamos la ciudad como si no hubiera un mañana
para terminar viendo Tokio Station, punto neurálgico de
comunicaciones de la ciudad. ¡Qué follón de trenes, autobuses,
líneas de metro y gente! Pero por si no fuera poco lío, la estación
cuenta con dos pisos inferiores llenos de tiendas de todas y cada una
de las marcas de juguetes infantiles que os podáis imaginar...¿quién pensaba que el
Tamagochi había desaparecido? Pero si tiene todo tipo de
complementos!
Por la tarde, acudimos a una exposición
de carteles originales de películas musicales que, de paso, contaba
los primeros pasos del cine... ¡todo muy interesante y como os
podréis imaginar, Esther disfrutó como una enana!
Otro día fuimos a un mercadillo que unicamente ocurre a principios y finales de año y tenía muy buena pinta pero...¡no paró de jarrear en todo el día! A pesar de los paraguas que nos prestaron en nuestro hostel, terminamos caladas y entrando en un supermercado para tomar algo y templarnos, brrr! Así que ese día tocó volver pronto a casa y cenar bien en un restaurante para luego ver una peli mientras secábamos las zapatillas con el secador, jaja...
La tempestad sólo duró un día porque al
día siguiente un sol radiante nos acompañó en una visita muy
especial: Tokyo Disney Resort!!! Para nuestra sorpresa es uno de los
4 grandes parques temáticos que Disney tiene en el mundo, ¿alguien lo sabía? Nos
montamos en atracciones, fuimos a espectáculos y a varias
cabalgatas llenas de COLORES, una de ellas nocturna y espectacular ¡con carrozas de luces!
El último día lo pasamos dando una
vuelta por el barrio y descubriendo una preciosa tienda de muñecas
japonesas. Una de las dependientas nos explicó muy amablemente que
es una antigua costumbre que las abuelas regalen a las nietas una
muñeca tradicional en su infancia. ¡Nos hubieramos llevado más de
una, qué maravilla!
Y a la tarde, para despedirnos de Japón
por la puerta grande, fuimos a un karaoke a cantar temazos varios:
Spice Girls, Backstreet Boys, Aretha Franklin, Frank Sinatra, Ricky
Martin y el mejor de todos... "Oye el boom, boom, boom" de
Bisbal! Todas ellas con fondo instrumental de maracas y panderetas
proporcionado por el local. ¡Os podéis imaginar que nos lo pasamos en
grande! (tenemos varios vídeos en nuestra posesión pero no
merecíais sufrir con nuestros gallos y os evitamos la tortura de escucharnos ;)
Y de nuevo nos vamos al aeropuerto con
sentimientos encontrados: pena por abandonar un país que tan bien
nos ha cuidado y al que sin duda algún día queremos volver, pero con la
ilusión de pronto poner pies en el gran continente americano...¡allá vamos NUEVA YORK!
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