Sin embargo, la buena
suerte terminó cuando descubrimos que nuestro Hotel Comfort (que
para más inri así se llamaba) no tenía agua caliente ni esa noche
ni a la mañana siguiente, ¡noooo! Así que pagando menos de lo
pactado al casero y con unas pintas interesantes del rafting del día anterior, nos fuimos por
donde habíamos venido y decidimos cambiar de aires.
Patan es una pequeña
localidad a 20 minutos de Katmandu que ya se considera un suburbio de
la gran ciudad. Resulta acogedora y su principal atracción se centra
en Durbar Square (la plaza principal). En ella confluyen templos de
muy diversa arquitectura pero, según dicen, sirve para conocer de un
sólo vistazo las características de la construcción nepalí. Y en los alrededores hay montones de tiendecitas llenas de souvenirs típicos del país, como el que podéis ver AQUÍ.
Al día siguiente,
dispuestas a conocer un poco más la ciudad, nos topamos con una
situación muy curiosa y sorprendente. Resulta que en Nepal, además
de adorar a toda clase de dioses reencarnados también tienen ¡diosas
vivientes! Y con ella que nos encontramos al subir unas pequeñas
escalerillas de una casa en apariencia humilde. Claro, la curiosidad
pudo con nosotras y buscamos más información: la diosa viviente o
Kumari sale de un proceso de selección al que llegas si cumples una
serie de requisitos en cuanto a características físicas (color de
pelo, ojos, piel...) y una vez seleccionadas, se mete a todas las
posibles candidatas a una habitación a oscuras adornada en las
paredes con máscaras horribles. Para añadir emoción al asunto,
entran un grupo de hombres también disfrazados con ropajes
terroríficos y la niña que consiga mantener la calma se supone que es la reencarnación de Durga, es decir, la nueva Kumari porque no les ha tenido miedo... ¡miedo el
que tuvimos nosotras al ver a esta pobre niña tan triste que lo
único que hace en el día es aguantar el tipo, recibir visitas y
poner la bendición en la cabeza!
Continuamos nuestro
paseíto y dimos con una galería de arte. A ambas nos llamó la
atención y decidimos entrar para echar un vistazo. La autora de los
cuadros estaba allí y se puso contentísima con nuestra visita. ¡Nos
sacó una foto y todo!
Después de tanto caminar
se nos abrió el apetito y probamos los famosos Mo:Mo. Son como buñuelos rellenos de carne hechos al vapor con un
toque picante soportable. Después de ese día, nos hicimos fijas y
fuimos un par de veces ;)
Al día siguiente fuimos
a visitar Golden Temple (Templo Dorado). Está muy cuidado y acuden muchos feligreses a rezar ante su Dios. Los
rezos implican levantarse y agacharse de forma repetitiva, hecho que nos
hizo pensar que eso era lo que ayudaba a que los nepalís estén en
tan buena forma a pesar de la edad, jeje.
El último día, y como traca final, ¡¡¡fuimos al Zoo!!! Es el único de todo Nepal y, además de un montón de excursiones de niños, vimos los animales que nos faltaron por ver en Chitawan. Uno de los más buscados lo podéis ver ¡AQUÍ!
¡Nos vemos en Bhaktapur!
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