El paso a Guatemala es relativamente
sencillo aunque, una vez más, tenemos que superar el intento de timo
por parte de la policía en la frontera ¡qué manía! Caminamos
bastante y finalmente podemos coger nuestro primer “Chickenbus” o
bus local a Quetzaltenango, más conocido como Xela.
Al llegar, encontramos pronto
alojamiento en la enorme casa de una señora que alquila habitaciones
y en la que, tras regatear un poco, podemos fijar un precio
interesante para los 4 días que nos pensamos quedar. La primera
tarde vamos al centro de la que resulta ser la segunda ciudad más
grande de Guatemala después de la capital. El parque central está
bonito y cuidado y la catedral, hecha en varias fases, es acogedora
en su interior.
Nuestro primer día oficial en el país, y siguiendo los consejos de la dueña de la casa, vamos a la localidad de Almolonga. Allí comemos unos ricos nachos y los típicos tacos al pastor, y luego nos dirigimos a nuestro destino principal en este pueblo: los baños termales. No os imaginéis nada parecido a un spa actual; se trata de unos cuartos pequeños, húmedos y algo cutrecillos pero con bañeras en las que sale agua termal muy recomendable para el mal de huesos, dolencias varias, etc... nosotras estamos fuertes como robles pero más vale prevenir que curar, ¿no? Jaja...
Al día siguiente, y aunque no es la
idea que teníamos, vamos a las Fuentes Georginas y ¡volvemos a
ponernos a remojo! Llegar hasta allí resulta un poco odisea con
varios transportes incluidos pero, siguiendo las indicaciones de
nuestra casera de nuevo, llegamos exitosas al inicio del camino. Se
supone que son unos 8 km fáciles de recorrer pero ¡nada más lejos
de la realidad! El camino es en ascenso y aunque el paisaje es
precioso y lleno de miles de verdes, al final nos animamos a “pedir
raid” (autostop) y una amable familia nos acoge en su camioneta y nos lleva hasta
la entrada, en la cima.
Gracias al color de piel de Esther nos dejan
pasar a precio de nacionales y, por fin, podemos disfrutar de las
fuentes. Se trata de unas piscinas naturales que se abastecen de agua
súper caliente que procede del interior de la montaña volcánica en
las que se encuentran. Como era domingo, coincidimos con familias que
se acercan allí a hacer sus barbacoas y pasar el día, así que
nosotras y nuestros sandwiches pasamos desapercibidos. ;)
Para bajar, y ante la sugerencia de
unas mujeres de no hacerlo a pie por seguridad, un grupo de jubilados
que estaba de excursión se ofrece a acercarnos un cacho en su
autobús. Las abuelillas son muy simpáticas y nada más arrancar el
bus nos invitan a rezar con ellas para que “Diosito” nos ayude en
el viaje y nos proteja. Allí estamos las dos, con las manos junticas
tipo primera comunión... menos mal que tenemos cara de buenas de
fábrica que sino... jijiji
Al llegar a Xela nos sorprende una
PROCESIÓN celebrando el primer domingo de cuaresma. Como dice Esther
“Dios nos persigue hoy”. Hay mucha gente representando a
diferentes cofradías y una banda de música que nada tiene que
envidiar a las de otras ciudades.
El último día, mochilas a la espalda,
pasamos por un mercado de esos que nos encantan hasta dar con el bus
que nos llevará a nuestra siguiente parada. Para hacer tiempo y que
esos “5 minutos” convertidos en una hora pasen más rápido,
compramos un helado a uno de los muchos vendedores que suben al bus a
ofrecer todo tipo de productos.
Hasta la próxima y … ¡que Dios os
bendiga!
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