Un sello más en nuestro pasaporte y
llegamos a... ¡El Salvador! El calor se hace más intenso y Nuria
vuelve a su estado de estar sudando permanentemente...bffff
Esther estuvo aquí hace dos años para
su proyecto final de carrera y eso es sinónimo de reencuentros con
gentes y lugares. Para empezar, Lidia, una compañera de la ONG, nos acoge en su
casa y junto con su madre nos colman de atenciones. El primer día y
coincidiendo con fin de semana, le acompañamos a Guaymango para
celebrar el día de la mujer y luego nos lleva con Sara, a visitar
algún pueblo de la famosa Ruta de las Flores. Algunas de las cosas
que más nos gustan son los murales de sus calles y la visita a
un jardín/restaurante muy cuidado y ¡con animales!
¡Mirad que fotos más chulas sacamos en el jardín!
El domingo toca ir a conocer un típico
cafetal de la zona con Lidia y su mamá Marta. El dueño que es un
gran anfitrión, además de contarnos el proceso de elaboración
del café y su situación actual, saca temas de conversación por
doquier. Y cómo no, podemos degustar una taza de café de la zona.
La semana comienza con actividad
visitando primero ISF (Ingeniería Sin Fronteras) y llevándonos una
gran sorpresa al descubrir a la entrada un póster hecho con las
fotos que Esther hizo durante su estancia. ¡Orgullo de madre! Y otro
día nos invitan en ACUA (Asocición Comunitaria Unida por el Agua y
la Agricultura) a pasar una jornada de trabajo con ellos. Primero,
visitamos una comunidad en la que hay que revisar el sistema de agua
que han implantado y luego nos acercan a Cuyanigua para poder
reencontrarnos con la mamá de una familia que acogió a Esther
durante una semana y a la que queremos volver a visitar en unos días.
A la vuelta toca rato de tertulia con Karen ¡la
conversación y buena platica está asegurada!
Nos escapamos unos días a la costa y
vamos a Puerto La Libertad. El calor es bochornoso pero el mar es
siempre una buena excusa para cambiar de aires.
Visitamos el muelle, vamos por el paseo y descubrimos una "piscina" que se ha
formado en una casa en ruinas en la que se puede dar uno un chapuzón
tranquilamente sin estar pendiente de que una ola te ahogue, jejeje.
Por supuesto, no nos falta la obligatoria visita a la Playa del Tunco donde recogemos montones de conchas.
Para terminar el día, nos damos el gustazo de comer unas ricas pupusas, plato típico del país, mmm....
Llega el finde y de nuevo con Lidia nos
vamos de faroleo. Esta vez toca Suchitoto, un pueblo muy bonito en el
que visitamos el Centro de Arte por la Paz con una interesante exposición acerca de la violencia y nos acercamos a pie al lago Suchitlán en una visita relámpago.
Los días aquí parecen tener más de 24 horas y cada día llegamos agotadas a la cama por el ajetreo y el calor pero merece la pena, como siempre. ¡Nos vemos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario