Salimos de casa con la
intención de llegar hasta San Pedro en un autobús directo.
Al llegar a la estación de buses nos informan que el autobús que
debía pasar cada media hora sólo pasaba a las 17h de la
tarde-primer pufo. Nos sugieren avanzar con otro hasta un punto y
allí seguro que habrá "mogollón de buses que nos
llevarán hasta allí". Llegamos y...segundo pufo: "se
acaba de marchar y sólo pasa a la tarde". Grrrr! Pero se puede
ir hasta Santa Clara y allí ya fijo, fijo...tercer
pufo. La última furgoneta, la definitiva, de verdad de la buena, nos
para en San Marcos (aquí la cosa va de santos) y nos dice que, como
se ha bajado todo el mundo, ha decidido que no nos va a llevar hasta
allí. Nos amotinamos en los asientos y le decimos que, sintiéndolo
mucho, no pensamos volver a coger otro transporte. Finalmente accede
y ¡encima nos pone temazos de casa! Andy&Lucas, Alejandro Sanz,
Amaia Montero, Alex Ubago...cantamos a pleno pulmón, ¡jajaja!
San Pedro es uno de los
pueblos que rodea el lago Atitlán. Esa tarde, nos acercamos al
embarcadero y el paisaje es precioso. Hay gente bañándose pero el
viento que se levanta por las tardes en este valle nos quita las
ganas y preferimos verles desde la barrera.
De paseo, a la mañana
siguiente, visitamos el parque e iglesia que dan nombre al pueblo,
algunos murales en las calles y leemos los mensajes que pintan en sus
paredes... luego terminamos comiendo en un restaurante local por 2
euros y comemos tanto que el dolor de tripa nos dura ¡toda la
tarde!
Al día siguiente, nos
vamos de excursión a CHICHICASTENANGO. Es un pueblo muy famoso en
Guatemala por el gran mercado que se celebra cada jueves y domingo.
En él se puede encontrar todo tipo de artesanías, comida, ropas
tradicionales, etc... y como algo curioso, montones de velas de
colores en las cererías.
La aventura nos llama de
nuevo y contratamos un paseo a caballo por las orillas del lago hasta
llegar a un mirador. Prieta y Canela son nuestras yeguas y su trote
discontinuo es el causante de terribles agujetas durante dos días...
Otro día, Esther decide
quedarse en casa haciendo cosas en el ordenador y Nuria se marcha en
busca de una casa-tienda para cambiar libros con las únicas
indicaciones de que se trata de un "señor extranjero, alto, con
barba y con sombrero". No tiene éxito en el primer intento pero
luego, con Esther, lo encontramos a la primera y se produce el
intercambio de libros, ¡bien!
Los días aquí son
relajados y el agua en calma del lago nos permite planificar próximos
destinos. ¡Nos vemos en la próxima publicación!
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