viernes, 27 de marzo de 2015

Y por fin...La Loma

Uno de los motivos principales de venir a El Salvador era la firme intención de Esther de dar la oportunidad a Nuria de conocer a la familia Martínez. Don Adrián, la niña Lupe y 8 de sus hijos fueron quienes le acogieron durante un par de semanas en su humilde casa dentro de la comunidad de La Loma en su última visita. Ubicados a lo alto de una montaña, ellos son los protagonistas de "Un día de agua", la exposición que le sirvió para ganarse muy buena nota (la mejor, ;P) y con la que Esther quería plasmar su principal problemática: la falta de acceso al agua. Hace unos cinco meses su vida ha cambiado ¡les ha llegado el agua! Y queríamos verlo con nuestros propios ojos...


Nos reencontramos con ellos en Puerto La Libertad, donde aparece mamá Lupe con Óscar y Chema, dos de los hijos de la numerosa familia. Los abrazos y las risas nerviosas de todos en los primeros momentos dan paso a la naturalidad de encontrarse en familia. Vamos a pasear por el muelle a ver el mar y los pescadores preparándose para la faena. Luego, toca ir de tiendas para comprar algo de aceite, pescado, arroz, huevos...y un largo etcétera que servirá de alimento a la tropa para un par de semanas. 


No nos entretenemos mucho y después del faroleo cogemos un bus hasta el desvío que marca el principio de camino "a casa". Antes de iniciar la marcha toca repartirse el peso entre todos y darnos ánimos, el camino va a ser intenso. Una vez pasada la comunidad de Coyanigua, junto a la cual comparten el sistema de agua, comienza el ascenso a la cima de unas dos horas por un terreno pedregoso y con un solete potente que ayuda a que suba la temperatura, bfff, ¡qué calor! Menos mal que a unos 40 minutos de llegar nos reencontramos con el resto de hijos que vienen a buscarnos con el caballo al que cargamos la mayoría de las provisiones, ¡menos mal!



El tramo final del recorrido va amenizado por todos los buenos recuerdos que tienen los niños de la visita de Esther: "¿Te acuerdas de cuándo fuimos al río?, ¿y de ese día que nos acompañaste a ver a la abuelita? Yo me acuerdo de una vez que...." estaban como locos... Al llegar a la casa, además de tomar un par de tragos de agua, podemos comprobar que la familia ha aumentado con nietos y... con más animales ¡qué follón! Las gallinas, los tres perros, la cabra, dos caballos, una pareja de pavos y otra de patos de la vez pasada se han incrementado con una yegua, unos diez patos, cuatro cerdos, un gato y pollos ¡alegría! Nuria, la gran amante de los animales, se lleva más de un susto con tanto bicho suelto por ahí.


Después de comer, Esther comparte un rato de juego con los niños y tras una ducha utilizando el agua de la pila que se ha construido gracias al proyecto, vamos a visitar a los vecinos y con ellos nos acercamos al tanque suministrador de agua. A la noche, vienen más hijos a saludarnos y aprendemos a hacer pupusas. Le pillamos el truquillo y anotamos la receta para hacer en casa a la vuelta. Como os imaginareis, después de la paliza de subir hasta allí, dormimos como dos angelitos...¡estamos muertas!




A la mañana siguiente, y mientras los niños están en el colegio, aprovechamos para ayudar a Lupe con labores de la casa y llevar a cabo entrevistas a ella y a Don Adrián que formarán parte de "Un día de agua... segunda parte".




Al terminar el cole, los niños vienen como locos a comer rápido porque...¡esa tarde nos vamos al río! Pero lejos de ser una visita con el objetivo de lavar durante horas como antaño, hoy es una excursión familiar con la única intención de ir a darnos un chapuzón y jugar. Bajamos cual domingueros por unos caminos de Dios algo complicados que nos demuestran que nuestro calzado no es el más apropiado, jaja... De paso, paramos a recoger marañones (fruta de la semilla del anacardo) pero finalmente llegamos y nos pegamos la tarde entre risas, merienda y chascarrillos. Para subir se nos echa un poco encima la noche y volvemos a llegar con la lengua fuera pero hemos pasado muy buen rato.








Al día siguiente, seguimos grabando a vecinos para recopilar más testimonios acerca del agua y luego, Lupe y los chicos de la casa nos acompañan a ver la nueva iglesia y un muro cercano. Nuestra última tarde la pasamos con los niños haciéndonos dibujos mutuamente que nos permita acordarnos de estos días que hemos pasado juntos.





El madrugón del último día pone fin a cuatro días muy intensos vividos en La Loma. Nos vamos acompañadas por Lupe a Santa Tecla, a visitar a dos de las hijas que viven y trabajan allí. Después de un buen almuerzo, ahora sí llega el momento del último abrazo. Queremos pensar que no es un adiós, sino un hasta luego.


Nos alejamos con el corazón y la mente lleno de buenos momentos que ahora sí, por fin, hemos vivido juntas.



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